El sistema de notación musical Anglosajón, es un tipo de notación alfabética, también es conocido como Cifrado Anglosajón; Cifrado Inglés y Cifrado Americano. En este sistema las notas musicales que conocemos son representadas por las siete primeras letras del abecedario, siendo la letra A designada para representar la nota LA, la letra B a la nota SI, y así sucesivamente hasta llegar a la G, nota SOL. Este sistema deriva a su vez de una de las notaciones más antigua de la humanidad, me refiero al sistema inventado por los GRIEGOS, quienes designaron como primera nota ALFA (primera letra del abecedario Griego), que corresponde a la nota LA actual y GAMMA la nota SOL actual. Como se ha sabido gracias a los hallazgos de composiciones como el epitafio de Seikilos, los tres himnos de Mesomedes de Creta y los himnos délficos. De acuerdo a esta información, mi opinión personal es que si para los Griegos el comienzo de todo es Alfa, entonces es evidente que la nota UNIVERSAL y PATRÓN en la música debe ser ALFA, es decir LA Central (440 Hz).

440 Hz es la Frecuencia de la nota, es decir, la nota LA 440, cada vez que es tocada por un instrumento produce 440 ciclos por segundo. Esto es la altura sonora de la nota.
También encontré otro articulo que me pareció muy interesante, y que les dejo a continuación:
En la necrópolis
de Tebas, cruzando el río Nilo desde la ciudad de Luxor, se yerguen dos
estatuas colosales del Faraón Amenhotep III, llamadas colosos de Memnón. En la
imagen 1 vemos una reproducción de la acuarela "Una caravana pasando junto
a las estatuas de Memnón en las llanuras de Gorna en Tebas", pintada en
1876 por Joseph Austin Benwell (1830 - 1890).
La siguiente
imagen corresponde a una pintura de Carl Friedrich Heinrich Werner (1808 -
1894).
En el año 27 antes de Cristo, un terremoto hizo colapsar la parte
superior de la estatua de la derecha. A partir de ese momento, tal como nos
cuenta Estrabón ( c. 64 o63 a. C.-c. 19 o 24 d. C.) en su obra "Geographica", la mitad
inferior de esa estatua, comenzó a "cantar" todas las mañanas, al
salir el sol, posiblemente debido a la humedad escapando de la roca porosa a
través de una grieta. Plinio el viejo (23 - 79), Pausanias (siglo II) y
Décimo Junio Juvenal (60 - 128) también recogieron esta tradición, aunque no de
primera mano. Hacia el año 199, el emperador Septimio Severo (146 - 211) hizo
restaurar la estatua, y el "coloso parlante" perdió su voz.
Cuenta la leyenda que, hasta que la estatua enmudeció, los músicos de
Tebas iban hasta ella por la mañana para afinar sus instrumentos, y de allí
provendría nuestra nota "La central "con -justamente- una frecuencia
de 440 hertz,
Esta historia es muy pintoresca pero, como ocurre muchas veces, la
realidad no siempre es tan interesante. De hecho, hasta el siglo XIX el
"La central" no estaba estandarizado, y su sonido podía variar
enormemente, aún entre distintos órganos de una misma iglesia. Para darnos una
idea de tal rango de variación, podemos mencionar que estudios contemporáneos
de algunos órganos europeos del siglo XVIII han permitido encontrar diferencias
de hasta cuatro semitonos.
Hay que tener en
cuenta también el fenómeno denominado "inflación de altura", afectó la estandarización durante varios
siglos. Ocurre que un instrumento de cuerda, afinado más alto, produce un
sonido más "brillante" debido a que la mayor tensión de las cuerdas
genera armónicos de mayor amplitud. Por ello, los luthiers tendían a
"inflar" la altura de sus instrumentos para lograr que sus
instrumentos tuvieran más brillo que los de sus competidores.
A comienzos del
siglo XVI este fenómeno era tan manifiesto, que Michael Praetorius (1571 -
1621) advertía en su "Syntagma musicum", que los cantantes sufrían
severas afecciones en la garganta por querer alcanzar la altura de los
instrumentos, mientras que los laudistas se quejaban por las constantes roturas
de las cuerdas. Estos problemas hicieron que se establecieran distintos
estándares para voces y órganos (Chorton, o altura de iglesia) y grupos de cámara (Kammerton, o altura de cámara).
En 1711, con la creación de los primeros pianos por
Bartolomeo Cristofori (1655 - 1731), el trompetista de la corte inglesa, John
Shore (c. 1662 – 1752) inventó el diapasón, y con ello trajo algo de
uniformidad a la escala. Hacia finales del siglo XVIII el "La
central" ya se encontraba limitado a un rango entre 400 y 450 Hertz.
Por supuesto que
estas estimaciones se deben a mediciones modernas de las frecuencias de órganos
y diapasones antiguos, y eran desconocidas para los músicos y luthiers de la
época.
El 16 de Febrero de 1859, como una medida contra
la inflación de altura, se aprobó en Francia una ley denominada
"normalización del diapasón" que establecía el "La central"
en una frecuencia de 435 Hz. Esta normalización llegó a conocerse como
"Altura francesa".
Por esa época también comenzó a utilizarse la
"altura filosófica o científica", que fijaba el do central en 256
hertz, o sea en 28 Hz, llevando el "La central" a los
430.55 Hz.
Finalmente, una conferencia internacional
realizada en Londres en Mayo de 1939 (es decir tres meses antes de que se
declarase la guerra) recomendó adoptar la frecuencia de 440 Hz, conocida desde
entonces como altura de concierto.
La BBC comenzó a
emitir la nota La 440 producida electrónicamente. La nota era generada por un
oscilador controlado por un cristal piezoeléctrico vibrando en 1.000.000 Hz.
Esta frecuencia era reducida por divisores electrónicos hasta 1.000 Hz, y luego
multiplicada por 11 y dividida por 25, hasta alcanzar los 440 Hz.
La sugerencia de
la conferencia de 1939 fue adoptada en 1955 por la "Organización
Internacional de Estandarización" con sede en Ginebra, y reafirmada en
1975 como norma ISO 16.
Naturalmente, no todas las orquestas adhieren a
esta norma, y es común que grandes agrupaciones, como la Boston Symphony
Orchestra, o las Sinfónicas de Nueva York o Berlín, adopten valores entre los
442 y los 445 hertz.
De todas maneras,
como las orquestas todavía suelen afinarse a la nota dada por el oboe, en lugar
de hacerlo electrónicamente, se producen grandes variaciones. Además se da una
tendencia de inflación de altura, aunque mucho más leve que en siglos pasados.
Ello ocurre sobre todo en los instrumentos solistas que intentan alcanzar un
sonido más brillante que el resto de la orquesta.